Es terco. Muy terco. Pero con una terquedad tierna, que hace que le quieras pegar y abrazarlo muy fuerte al mismo tiempo.
Todo el mundo le cae mal. Mira mal. Pero tiene el corazón enorme y la maldad tamaño bonsái.
Tiene un humor ácido que me encanta, una sinceridad absoluta y convicciones que defiende a capa y espada.
Siempre me escuchó, cuando lo precisé me aconsejó y hasta se bancó el cachetazo mas fuerte (y desubicado) que coloqué en mi vida. También me lo perdonó.
Pero desde hace dos meses, sin pelea, discusión, ni aclaración mediante; mi amigo F, me da vuelta la cara. No me saluda, no me contesta, no intenta hacerme reír. No me llama por el apodo que solo él me llamaba. No me llama.
Mi amigo F, un día, decidió no ser mas MI AMIGO F.
Y cada mañana en el trabajo, el alma, se me parte un poquito mas.